Soy traductora y hago magia

Según la RAE, traducir es: Expresar en una lengua lo que está escrito o se ha expresado antes en otra; y no es que yo quiera llevar la contraria a la RAE, pero creo que traducir es un poco más que eso, y que la labor de un traductor esconde entre sus letras algo de magia.

Pues un traductor no es una máquina automática de traducción en la que introducimos el texto original por un lado y sale el texto traducido por otro sin más, un buen traductor lee, entiende, reflexiona y luego reescribe, pero jamás modifica, o permite que el texto pierda total o parcialmente su significado y belleza.

El traductor es un escritor camuflado que reescribe de tal manera que cuando se lee lo que ha escrito, no se nota que es una traducción y no se sospecha que hay un texto original escondido en algún rincón, él hace que solo se vea un texto que expresa claramente la idea que debe expresar y lo hace con tal sutileza, que nadie puede percibir la huella invisible de ese ser mágico llamado traductor.





Y es por eso que me maravilla pensar en la cantidad de textos que se han traducido a lo largo de la historia, ya sean textos científicos, literarios, filosóficos o religiosos; y la influencia que estas traducciones han tenido en nuestras vidas; algunas veces intento imaginar cómo podría haber cambiado nuestro presente si la humanidad se hubiera visto aislada y encerrada, cada civilización en su idioma sin poder interactuar, sin poder intercambiar cultura y conocimiento, lo pienso y no logro imaginar un mundo sin traducción, pues nadie puede negar el gran papel que ha tenido y tiene la traducción ya no solo en la transmisión del arte y la cultura, sino que en el traspaso del conocimiento mismo, de civilización a civilización, permitiéndonos llegar a donde hoy estamos.

Y hoy en la era de la globalización, donde nos comunicamos y avanzamos a pasos gigantes, la traducción se ha convertido en una necesidad real, pues ni esta globalización ni estos saltos gigantescos serían posibles, si no logramos entender a los demás y lo que es más importante si no logramos hacernos entender; el acceso que tenemos al conocimiento a través de libros, revistas, enciclopedias, y sobre todo Internet tampoco sería posible, sin la magia que nos hace entender otros idiomas sin tenerlos que aprender.

Tampoco se puede olvidar que la traducción hace de puente para permitir la llegada de obras literarias desde otros países, y que sin traducción nadie en el mundo habría oído hablar de Don Quijote de la Mancha, ni tendríamos a una generación completa enganchada a Harry Potter.

Y es que a veces no nos damos cuenta de que vivimos rodeados de traducciones, las encontramos en las series NETFIX o HBO, en las películas que vemos en el cine, en las páginas web que cada día visitamos, incluso en los tradicionales libros, pero también encontramos la traducción en cosas más pequeñas y cotidianas como pueden ser las instrucciones de uso de algún aparato electrónico que acabamos de comprar, o en las descripciones de algún producto que venden por internet.

Es por eso que considero que los traductores somos un poco magos pues a pesar de la complejidad e importancia de nuestra labor, muchas veces es imperceptible y eso señores y señoras ¡es magia! Magia que acerca las culturas y las ideas convirtiéndolas en una cultura mundial para toda la humanidad, magia que crea proyectos y éxitos alrededor del mundo.

En mi conclusión la traducción es magia y si no, que se lo digan a quien compra una cámara fotográfica fabricada en Japón y quiere aprender a usarla leyendo las instrucciones en "Japonés"...

Y para terminar cito esta frase de Miguel Sáenz que describe a la perfección la labor que realizamos a diario los traductores:

"Me gusta traducir porque es la forma más atenta e intensa de leer, además, da el placer de escribir sin el dolor del que tiene que crear algo totalmente nuevo"


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